Acabas de llegar, tienes la sensación de que la residencia está vacía, te han dado las llaves de una habitación… Subes en el ascensor y les dedicas la mejor de tus sonrisas a todos aquellos con los que te cruzas (esa que significa “hola, yo también soy residente”).
Abres la puerta de tu habitación, y te encuentras con que parece fría. Sin embargo, al observarla ves que tiene de todo, y que sólo le falta tú toque personal para convertirla en un lugar acogedor. Haces la cama, cuelgas fotos, colocas la ropa y ¡¡¡Magia!!!, esto ya empieza a parecer un hogar (Aunque puede que una visita rápida a IKEA no te vaya mal).
Entonces le das una ojeada general a tu habitación, está todo perfecto. Pero la observas a ella y ella te observa a ti, vacía, fría, inmóvil, pidiendo a gritos que le prestes atención… y tus remordimientos te hacen pensar que es el momento de hacer una excursión al supermercado y llenar la nevera de ricos alimentos. Incluso puede que, para evitar que te vuelva a mirar de esa forma, le compres un imán original, quizás uno de esos que son imán y abre botellas a la vez (seguro que le das uso durante el curso).
Observas como en tu entorno hay varios sitios donde comprar, pero, curiosamente, todos acabamos yendo al mismo. Sabrás que es el correcto si está llenos de papis con residentes, recién llegados, haciendo la compra del mes (pobres padres, no se dan cuenta que todas esas verduras que compran compulsivamente nunca se comerán).
Comienzas a pasear por los pasillos, y vuelves a poner tu sonrisa de “hola, yo también soy residente”, nunca se sabe quién te está observando y quizás tu nuevo mejor amigo o amiga esté por ahí. Un consejo, una vez llegues a las especias, no olvides coger un bote de “hierbas provenzales”, tal vez aún no las conozcas, pero durante el curso se van a convertir en tus grandes aliadas, sobre todo cuando se acaben los “tuppers de mamá” y tengas que sobrevivir a base de pasta hervida y arroz blanco… ¡las hierbas provenzales te ayudaran a que por lo menos sepan a algo!
Bueno, ya tienes la compra hecha, ahora sólo tienes que poner cara de “no esfuerzo” mientras vuelves cargadísimo a la residencia. No sé por qué, pero el camino de ida parecía mucho más corto, ¿verdad? Ahora sólo queda colocarlo todo en su sitio, en los armarios y como no en ella, en la nevera, que parece que te mira algo mejor.
Puede que ahora sea demasiado tarde… pero voy a hacerte un pregunta simple: ¿has comprado beicon, nata y espaguetis? Si la respuesta es no, coge las llave, la cartera y vuelve al supermercado, por favor. No se puede sobrevivir en una residencia universitaria sin unos buenos espaguetis a la carbonara, sobre todo los viernes por la mañana, después de venir de un paseo nocturno, ya me entiendes…
Por fin tu habitación ya es TU HABITACIÓN, tienes la ropa en el armario, las fotos en el corcho, la nevera llena, los ingredientes para unos espaguetis a la carbonara… Enhorabuena ya empiezas a ser un RESAdente. Por cierto, el resto de pasos que debes seguir son muy sencillos, sólo debes dejar la puerta de tu habitación abierta, conocer a tus vecinos y entablar conversación con todos aquellos que te cruces, que para eso has venido aquí, para conocer gente.
Por último, sólo puedo decir que estás al principio de cuatro grandes años, que muchos dicen que son los mejores de la vida, yo creo que tienen razón, y ¿tú?
Por: Yaiza Vidal