Más o menos, todo el mundo tiene una noción de qué es la salud. En otros posts hemos hablado de ella y hemos acordado que en cada un@ de nosotr@s se materializa de una forma u otra. Aun así, una de las métricas más usadas para conocer nuestro estado de salud es el peso.
Si nos paramos a pensar qué quiere decir este número, veremos que nos está indicando un total; tiene en cuenta cuánto pesan tus huesos, tus órganos, tus músculos, el agua que fluctúa cada día, la comida que está en tu intestino, la grasa que almacenas… Hay unos que no se pueden cambiar porque están atados a nuestra genética, como son tu altura (huesos) o la cantidad de masa muscular. Sin embargo, hay uno de ellos que puede aumentar sin límite: la grasa.
Lo que hasta hace relativamente poco había sido una gran ventaja evolutiva, en la sociedad actual es la causa de una epidemia que va en aumento. Pero, ¿por qué la grasa genera tanta controversia?
Entendamos nuestro tejido adiposo
Siempre se ha visto la grasa que almacenamos, el tejido adiposo, como saquitos que se llenan y se vacían cuando necesitamos energía. Pero, estos saquitos hacen mucho más que guardar energía: también producen hormonas. Las hormonas son mensajes que se envían de una célula a otra para que se haga algo. Por ejemplo, cuando los saquitos de grasa se vacían, secretan la hormona leptina para que el cerebro aumente la sensación de apetito. De la misma forma que son los encargados de producir hormonas sexuales como el estrógeno o la testosterona a partir del estrógeno.
Sin embargo, si estos saquitos se empiezan a llenar por encima de sus capacidades, se hinchan y se tensan; como si de un globo se tratara. Ante este estrés, empiezan a enviar mensajes de auxilio que, si se mantienen en el tiempo, contribuirán en lo que se conoce como inflamación de bajo grado. La infamación es muy puñetera, por lo que ya hablaremos de ella en otro post. Simplemente, quédate con que la grasa tiene que estar almacenada donde le toca: en los saquitos de debajo de la piel y no en exceso sobre los órganos o libre por la sangre.
Volviendo al tema del peso, cuando alguien dice que quiere perderlo, en realidad se refiere a que quiere perder grasa. Y cuando pensamos en la báscula como herramienta para ver cómo progresamos, nos encontramos con un número que no nos da mucha información. Porque la báscula no tiene en cuenta si hemos:
- Ingerido más sodio y/o carbohidratos
- Bebido más agua
- Ido al baño
- Dormido mal
- Ganado músculo desde la última vez que nos pesamos
- La cantidad de comida que tenemos al intestino (no todo se digiere y se expulsa en el mismo día)
- Si estamos estresados
- El ciclo menstrual
- Cómo nos sentimos
Imagínate que fueras a una revisión médica y que, con sólo ver el número que marcas, te dieran un diagnóstico. Es una visión un tanto parcial de lo que representa tu salud, ¿no? Y lo más importante: no somos un simple número. Por lo que, si centramos el foco de atención en perder grasa y no peso, dejaremos de buscar soluciones contra algo difuso, volátil, y entenderemos que la grasa es energía que, por algún motivo, hemos acumulado.
Esta acumulación de grasa no aparece de un día para otro, podemos estar hablando de meses o años. Entonces, nos podemos hacer preguntas sobre nuestros hábitos pasados como:
- ¿Qué me ha hecho llegar hasta aquí?
- ¿Qué puedo hacer para utilizar esta energía?
- ¿Ha habido situaciones que me han hecho dejar de estar en contacto conmigo mism@? (Por ejemplo, una mudanza, cambio de trabajo, nacimiento de un hij@, etc.)
- ¿Es este un buen momento para plantearme un cambio en mi vida para utilizar esta grasa? Si es complicado, ¿qué es lo mínimo que podría hacer para dar un paso hacia esa dirección?
- ¿Qué objetivo tengo? ¿Hay alguna meta de tiempo?
- Si la báscula es un recurso pobre, ¿qué métricas puedo utilizar durante el proceso? Aquí puedes apuntar si te sientes: con más energía, de mejor humor, notas que no te cansas cuando subes escaleras o haces algún esfuerzo, descansas mejor y no roncas, te resfrías menos, etc.
Estas preguntas son algunas de las que nos podemos hacer para comprendernos mejor, tomar consciencia de nuestro pasado y poder iniciar un cambio con una perspectiva sana y duradera. Cada un@ tiene una historia diferente, de forma que dedicamos buena parte de la primera sesión en consulta a conocer estos detalles. A partir de aquí, marcamos unos objetivos que en un principio son pequeños, pero van hacia una dirección. Para más información, puedes contactarme a través del correo electrónico guillem.mayoral@resa.es y solicitar tu primera consulta.
¡Felices vacaciones a tod@s!
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