Hace ya tres años que llegué a esta ciudad y a esta residencia As Burgas en Ourense. Desde que puse el primer pié sabía que quería ocuparme de coordinar las actividades, pero como seguramente a vosotros también os habrá pasado con otros temas, por estudios y falta de tiempo no he podido dedicarme hasta este año.
Quizás lo que más me guste de este trabajo que hacemos sea la acogida que le damos a nuestros nuevos compañeros, el ambiente de buen rollo y la gran familia que formamos. Sobre todo me ha llamado la atención la cantidad de alumnos extranjeros que año tras año pasa por aquí. En todo este tiempo he podido ver a muchas personas y de muchas nacionalidades distintas: brasileños, estadounidenses, ingleses, alemanes, turcos, polacos y suecos, entre otros. Lo importante es que de todos ellos, tanto yo como el resto de mis compañeros, siempre hemos aprendido algo nuevo.
Como todos sabemos en cada país tienen sus propias costumbres y muchas de ellas son distintas a las nuestras. Por suerte en la residencia tenemos la oportunidad de poder convivir con todas ellas y aprender los unos de los otros en una experiencia increíble que todos deberíamos poder experimentar.
Podría explicaros mil historias, pero éstas dos son las que he vivido este año:
Esta residente es Lilli, una chica finlandesa que ha llegado este año. Todos nos esperábamos encontrar a una chica sin mucha idea de español y a la que nos tendríamos que dirigir en nuestro “perfecto” inglés para, más o menos, pillar algo de la conversación. Pero cuál fue nuestra sorpresa cuando, al llegar a su habitación para presentarnos, después de nuestro formal: <<Hi we are your new…>>, ella nos respondió con un <<¿Pero ustedes no son españoles? Háblenme en español por dios!>> Nuestras caras fueron de total asombro cuando esa chica de rasgos nórdicos nos contestó en un simpático español-argentino. Fue a partir de ahí cuando Lilli comenzó a formar parte de todos nosotros. Día tras día se fue integrando hasta convertirse en la gran amiga y estupenda compañera que es hoy.
Recién llegados este año también tenemos a Jonny de Inglaterra y Shay de Irlanda (ver foto que inicia el artículo). Desde el primer día estos dos chicos ya se habían integrado en la Residencia mejor que ninguno! Y es que es imposible no reír a carcajadas con las historias que nos cuentan. Los dos están realizando las prácticas como profesores de inglés en dos institutos cercanos y su español es muy fluido, así que no tienen ningún problema de comunicación.
Uno de los últimos temas que nos comentaban es que, según ellos, la navidad aquí se vive de una manera especial. Un ejemplo que nos dio Jonny fue el de la Lotería de Navidad. Durante todo el año estamos jugando pero el entusiasmo que le ponemos a este sorteo no se lo ponemos a los demás. Él nos contaba que observaba como la gente lo espera con mucha ilusión pero lo que no entendía era como esas personas podían estar ahorrando en cosas básicas y luego “malgastar” el dinero así. Cuando hay este tipo de discordias siempre nos dice la misma frase “en Inglaterra no pasa”, y lo cierto es que a nosotros nos hace reflexionar.
Lo que no podemos negar es que somos de culturas parecidas pero distintas a la vez y es una suerte poder compartir estas cosas que, aunque sean historias del día a día, nos enriquecen mutuamente. Aunque no nos demos cuenta, esta convivencia es la que nos enseña que hay algo más allá de nuestras costumbres, y que además son tan buenas como las nuestras. Nos abre los ojos a la idea equivocada que a veces tenemos sobre que todo lo nuestro siempre tiene que ser lo bueno por excelencia, y no es que no sea bueno y/o excelente, sino que también merece a prender que en cada región o país, hay muchísimas cosas buenas y/o excelentes también, por muy distintas que sean.
Os invito a que nos comentéis si tenéis algunas de estas anécdotas, y así seguir disfrutando de las ventajas de tener acceso a la diversidad cultural.
Por: Ramón Gago.