Desde la Fundación ResaCampus os hemos contado en varias ocasiones, las posibilidades de involucraros y colaborar en proyectos solidarios a través de patrocinios, proyectos individuales, etc.
Nos encanta el entusiasmo que demostráis en este tipo de iniciativas y nos impulsa a desarrollar nuevas vías de colaboración en proyectos solidarios.
Por eso, cuando Pol Alonso, residente de Francesc Giralt (Terrassa), nos escribió para contarnos su experiencia de voluntariado en Nicaragua, pensamos que no podíamos dejar de compartirlo con vosotros en el blog. Así que, ahí os la dejamos, tal cual nos la envió a su vuelta.
Gracias Pol, por hacernos partícipes de una experiencia tan increíble:
[dropcap size=big]H[/dropcap]an pasado semanas ya desde mi regreso de Centro América, pero recuerdo
cada sonrisa de aquellos niños como si los tuviera delante.
Corría mediados de febrero cuando decidí emprender la que iba a ser una de las mayores experiencias que puedo contar hasta ahora. Descubrir Nicaragua a través de los más pequeños fue tan gratificante como enriquecedor. Durante la primavera, mi viaje empezó a definirse.
A finales de junio aterricé en Managua, la capital, para dirigirme a Granada, al sur, donde realizaría mi voluntariado. Los niños tenían entre 7 y 10 años, vivían en uno de los barrios más pobres de toda la ciudad y muchos habían sido abandonados de pequeños, pero todos y cada uno de ellos tenían unas ganas enormes de aprender y construirse un futuro prometedor.
Educación Plus es una pequeña ONG fundada en 2012 y basada en la educación a través de los valores del amor, el respeto y la amistad. En estos cuatro años, además de ofrecer enseñanza a más de 180 niños, ha servido más de 90.000 comidas.
Mi tarea con ellos consistió en dar clases a los grupos de ‘Los Tigres’ y ‘Las Estrellas’, de 7 y 9 años respectivamente. Al coincidir mi estancia con sus vacaciones de verano, pasábamos días enteros juntos. Castellano y Matemáticas por la mañana, deportes e inglés por la tarde.
Cuando compartía tiempo con ellos no podía evitar compararles con los estudiantes de aquí. Tanto que desaprovechamos unos, tanto que desean otros. Aquellos chicos disfrutaban de las clases y de la oportunidad que se les brindaba como nunca antes he visto hacer a alguien en occidente.
Su motivación era tal, que uno se plantea quién enseña más a quién. Para mí lo más precioso fue ese aprendizaje recíproco que tuve con cada uno de ellos. Jamás olvidaré todo lo que aprendí este verano en Nicaragua de los profesores, los organizadores, los demás voluntarios, pero sobretodo de los niños.
Cuando cogí el avión con destino a Centro América tenía claro que volvería a casa con más de lo que podía dejar allí, pero no sabía que la diferencia iba a ser tanta.
Me volví con una experiencia enorme, la mochila cargada de emociones, abrazos y momentos inolvidables.
Una experiencia muy recomendable. En Nicaragua o en la otra punta del globo. Incluso cerca de casa. Porqué mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo.
Pol Alonso