Este es un post invitado de Lara Pérez y Piedad Mercader, Residencia Vallehermoso en Madrid.
Pros y contras
Primer día. Llegas a la residencia y entras a la habitación. Ves dos camas, sabes que vas a compartir con otra persona que no conoces de nada. “¿Cómo será? ¿Tendremos cosas en común o será una friki aburrida? Espero que al menos sea maja”.
Si tienes la suerte de ser el primero podrás elegir la parte de la habitación que prefieras, aunque al final dará igual porque lo más probable es que pases el día en el lado del otro.
Llega tu compañera. Primera impresión. “¿Cómo se llamará?, ésta es una estirada. Ni dos besos me ha dado. Seguro que ronca por la noche. Por lo menos tiene buen gusto, más le vale que me deje algo de ropa».
Empezáis a hablar y los pensamientos cambian. Resulta que no era tan estirada. Tiene el mismo turno que tú y os dais cuenta de que podéis tener el mismo horario en las comidas. También le gusta irse de cañas así que “¿por qué no una ahora?”.
Primer mes. Ya os conocéis mejor. Sabes que le gusta ducharse por la noche y que necesita cuatro alarmas para levantarse por la mañana. Hoy no has tenido un buen día, pero no tienes tanta confianza como para contárselo.
Tu cara es un poema. – ¿Estás bien? -Te pregunta. Te desahogas, pues es lo que necesitas. Resulta que te ha ayudado como si la conocieras de toda la vida.
Fin del primer cuatrimestre. Llega la fiesta de Navidad. Tu compañera trae a sus amigas y tu traes a las tuyas. No sois del mismo grupo, pero os lleváis bien entre todas. Empieza a volar la ropa, el maquillaje, las galletas príncipe y las peleas por elegir canción en Spotify. Ya no sabes a quién le prestaste el pintalabios ni quién te dejó ese top tan mono. Pero da igual, sabes que no lo vas a recuperar hasta después de navidad (con suerte). Os vais de vacaciones dos semanas. En el fondo os echáis de menos.
Vuelta de vacaciones. A ver, no todo es tan bonito. Empiezan los exámenes, las tardes de estudio… Te vas a dormir pronto para levantarte temprano pero te despiertas a las 4 de la mañana, no por la alarma, sino porque tu compañera acaba de llegar de fiesta. Te levantas con mala cara y ella con resaca. Está claro que no es un buen día para aguantaros la una a la otra (a nosotras no nos ha pasado porque tenemos los exámenes a la vez, pero no creo que tú tengas tanta suerte).
Fin de exámenes. Te quedan dos, pero no pasa nada… a tu compañera también. ¿Cerveza para celebrarlo? ¡venga!
Segundo cuatrimestre. La confianza da asco, lo vas a comprobar al ver a tu compañera haciendo sus necesidades en el baño con la puerta abierta o paseando por la habitación como su madre la trajo al mundo. Pero eh, no pasa nada, tienes conciertos gratis de las canciones más cutres del 2009 mientras se ducha (que podrás grabar en Snapchat para compartirlo con toda la residencia) Aunque no te pases, cuando menos te lo esperes te tocará a ti.
Fin del curso. Te das cuenta que hay diferencia entre una mejor amiga y una compañera de habitación. Aunque se deje el cuarto de baño lleno de ropa, al día siguiente va al mercadona a comprar Nesquik para vuestros desayunos caseros. Aunque se traiga al novio cuando te apetezca estar sola, sabes que cuando realmente te sientas sola va a estar ahí para hacerte compañía.
Pero lo más importante, habéis conseguido convivir durante 9 meses, que se dice pronto. Si promete invitarte a su casa de la playa este verano, el año que viene compartes de nuevo con ella 😉
Lara Pérez y Piedad Mercader, Residencia Vallehermoso en Madrid.